El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ordenó colocar las banderas a media asta para de esta forma expresar la tristeza que enfrenta el estado de Texas y la conmoción del país ante la mayor matanza ocurrida en una escuela desde el 2012.
En esta oportunidad 18 niños y tres adultos perdieron la vida cuando cayeron bajo las balas de un tirador de 18 años que abrió fuego a mansalva en una escuela primaria en Uvalde, Texas, una pequeña localidad a una hora de la frontera con México.
Este hecho violento es el último de una ola de tiroteos mortales en Estados Unidos, donde el horror por la violencia armada no ha logrado impulsar suficientes acciones para ponerle fin.
El gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, dijo en rueda de prensa que se creía que el atacante, identificado como Salvador Ramos, le disparó a su abuela antes de dirigirse a la Escuela Primaria Robb alrededor del mediodía, abandonar su vehículo e ingresar con una pistola y posiblemente también un rifle.
El gobernador dijo que el sospechoso, a quien describió como un adolescente local y ciudadano estadounidense, también había «fallecido», y agregó que «se cree que los policías que respondieron lo mataron».
El senador del estado de Texas, Roland Gutiérrez, le dijo a CNN que tres adultos también habían muerto en el ataque, citando al Departamento de Seguridad Pública de Texas, aunque no estaba claro si esa cifra incluía al tirador.

El tiroteo fue el más mortífero desde el de Sandy Hook en Connecticut en 2012, en el que murieron 20 niños y seis empleados.
Por su parte la vicepresidenta de Estados Unidos, kamala Harris, expresó con mucho sentimiento que era hora de hacer algo. «Ya basta. Nuestros corazones se siguen rompiendo. Es hora de tener el coraje de actuar».
La poderosa nación occidental enfrenta desde la época del gobierno de Barack Obama, con mucha más fuerza, una ola de matanzas en escuelas y centros educativos, donde uno o varios jóvenes, estudiantes de esos recintos, terminan disparándoles a compañeros y a maestros en una ola violenta que nunca ha sido explicada suficientemente y donde los medios hacen circos del hecho pero no contribuyen con las soluciones.
Más de 500 niños, casi el 90% de ellos hispanos, estudiaron en la escuela durante el año escolar 2020-2021, según datos estatales.
El centro educativo, que tiene más de 500 alumnos de segundo a cuarto grado, en su mayoría hispanos y económicamente desfavorecidos, pidió a los padres que no recogieran a sus hijos hasta que se hubiera contabilizado a todos.
El senador Ted Cruz, un republicano de Texas, tuiteó que él y su esposa estaban orando por los niños y las familias «en el horrible tiroteo en Uvalde».
Pero el senador Chris Murphy, un demócrata de Connecticut, donde fue el tiroteo en Sandy Hook, hizo un apasionado llamado a sus colegas a tomar medidas concretas para evitar más violencia.
«Esto no es inevitable, estos niños no tuvieron mala suerte. Esto solo sucede en este país y en ningún otro lugar. En ningún otro lugar los niños pequeños van a la escuela pensando que podrían recibir un disparo ese día», dijo Murphy, rogando » encontrar una manera de aprobar leyes que hagan que esto sea menos probable».
La poderosa Asociación que agrupa a los amantes de las armas de fuego, tradicionalmente ha incidido en los resultados electorales y en la contribución económica a las distintas campañas de los candidatos. Por eso no ha sido posible, colocar más trabas al manejo de armas de fuego, a la venta indiscriminada de armas de fuego y por ende a la violencia.
Por eso en el Congreso norteamericano son pocas las veces que han prosperado mociones contra el uso de armas de fuego y cuando llegan a ser aprobadas, son desconocida por decisiones judiciales.