Gabriel Moreno

La década del 70 del siglo pasado es un espacio de tiempo que en Venezuela testifica el desarrollo o cristalización de la definición jurídica del concepto del salario (sus contornos y contenidos).

Desde la Ley del Trabajo de 1936, por salario, cada quien, en el marco de las relaciones laborales entendía por tal (a la hora de pagar al trabajador) lo que cada empleador  (o sus representantes) quisieran. Sin contrapeso, la injusticia crecía en el albañal.

Aunque en la actualidad (y la ironía es mucha), también se abusa del concepto y contenido del salario, es lo cierto, que en los inicios de la década del 70 proliferaba la orfandad.

Dos hechos, en esa década, marcaron la distinción del salario en Venezuela. El tema se vistió bonito.

Uno fue el nacimiento, en 1973, del Reglamento de Ley del Trabajo (ley del 36) que en su artículo 106 ensayó la claridad para definir el salario.

El otro episodio estelar fue la histórica decisión judicial vertida el 14 de marzo de de 1977, mediante la cual la aguerrida Asociación de Trabajadores de la Industria Siderúrgica y sus Similares del Estado Bolívar (ATISS), presidida, esa vez,  por el muchacho de Soro, Estado Sucre, Luis Malavé, obtenía, después de muchas luchas, una sonora  victoria sobre la definición del salario atendiendo a la nutrida composición de éste, en SIDOR.

La victoria de ATISS, aquella vez, fue la primera gran victoria del movimiento obrero siderúrgico, siguiente a la legendaria huelga de 1971.

Paladines de esa lucha fueron (a lo individual), Luis Malavé y el Doctor Enrique Aguero Gorrín, asesor jurídico.

Ese triunfo histórico de los siderúrgicos le gratificó, a Luis Malavé, la presidencia del recién fundado SUTISS,  a finales de 1977.

El estudio académico de la cátedra de derecho del trabajo, a partir de los eventos narrados, adquirió una inusitada vivacidad en las principales universidades del país y fueron los insumos ideoconceptuales, para las siguientes reformas laborales en el país atinentes al salario, (y eso corre hasta la actualidad.

Los siderúrgicos de esa esa época saben que Luis Malavé, desde el extinto ATISSS, fue  el nervio motor de esa histórica lucha.

Saludos, Luisito! Sé que, en unas lunas cercanas, falleciste. Abrazos!

Miles Useche

Las luchas laborales en Guayana, con cálidos reflejos en todo el país, eran liderizadas, desde 1979 hasta finales de1981 (fecha de la atroz intervención de SUTISS), por el movimiento obrero siderúrgico.

SUTISS era la voz de la rebeldía y la democracia obrera. Los directivos del gremio rendíamos casi a diario cuenta de nuestras actuaciones a los trabajadores en los sitios de trabajo y residencia.

Defendíamos con pliegos de peticiones, reclamos escritos, discursos, marchas, concentraciones y con cuanta herramienta surgiera y fuese útiles, los derechos y las aspiraciones de los trabajadores.

Defendíamos a los trabajadores en los sitios de trabajo y en sus moradas.

Ese tipo de sindicalismo, al tiempo que despertaba admiración en otros sitios de  trabajo en el país, generaba, al mismo tiempo, el  odio y el encono de las viejas mafias políticas y sindicales.

Se activó el veneno. Vino el zarpazo antidemocrático. SUTISS fue intervenido por las mafias sindicales acuñadas en la CTV, FETRA METAL Y FETRABOLIVAR.

Sus directivos,  y casi toda la estructura sindical fue despedida y, yo, (Secretario de Trabajo y Reclamos), doblemente castigado:  fui despedido y, por largos años, encarcelado como preso político.

Recuerdo que, en diciembre de 1981,  al filo de la madrugada, me avisan que la policía estaba allanando las casas de los activistas laborales en SIDOR, y, de una arranqué buscando poner a salvo  a mis camaradas de la  línea central de mando de los CLP, organización encargada de orientar, desde nuestro lado, la lucha  laboral en Guayana.

Acto seguido me dirijo a la UD-104, a rescatar a Oswaldo Arenas y a Juan Carlos Ayala, y al llegar a la morada de ellos, estaban sitiados por la policía política; me detienen.

Mi carro es retenido. Me quitan la cédula. Todo es  pandemonium. En esa madrugada, los vecinos de UD- 104, se asoman a la calle. Se siente la herida del movimiento revolucionario.

Hay confusión. Los policías, por un momento, me dejan solo, y, justo en ese instante, estaba yo frente al garaje de la casa del profesor Miles Useche, y él, sin decirlo, me indica que ya me puedo fugar, y lo hago.

Salté paredones y techos. La noche me protegió. Me escapé, y cuadras más  adelante, accedo a la casa del también profesor Lino Bello, y él me resguarda hasta el amanecer.

Miles Useche fue mi profesor de química, en el liceo Manuel Piar. Fuimos amigos. Una vez dijo: “Gabriel Moreno, es el ejemplo vivo del alumno que supera al profesor”.

Miles era un hombre de una vasta cultura. Amable. De una memoria prodigiosa. Miles, como pensador integral, tenía  una  marcada influencia en un amplio sector profesional y político de Ciudad Guayana. Era, él, una personalidad de Ciudad Guayana. Hombres así, nos quedan en la vida! Esta semana fue sepultado!