(Digo ellos, entre otros valiosos conductores empresariales).
Gabriel Moreno
En estos días cálidos de abril escuché con sonrisas en el alma el bello y magistral cantar de la trovadora Rosalinda García, agraciada como pocas en el decir cantando de los versos hechos canciones creados por una diversidad de poetas venezolanos en varias generaciones.
Rosalinda es una caraqueña nacida en la Parroquia San Juan un 17 de abril de 1946, fallecida, a los 51 años de edad, el 5 de marzo de 1998).
En mi opinión Rosalinda es la mejor intérprete de temas venezolanos.
Su lirica es única. Sobresaliente. Es una sensibilidad del país.
Pero casi nadie, en su propio país, sabe quién fue ella.
El arte y su sensibilidad interpretativa/vocal de esa divina mezzosoprano nuestra, está oculto.
Me duele la indolencia nacional, en esto.
Un país que no respeta sus valores de todo tipo que hemos tenido en esta tierra de gracia, es fácil para que cualquier charlatán que aparezcan por allí, lo engañe.
Nosotros mismos construimos nuestras debilidades.
Un país es un largo vivir, no un instante.
La grandeza de un país descansa en la historia menuda.
Un país es una larga hechura colectiva.
Ese olvido también alcanza a los líderes reales de la construcción moderna de Ciudad Guayana.
Se olvidan a los que trabajan y luchan.
La modernización de Guayana tuvo sus ejes en la industrialización del hierro ( llevado a acero); la bauxita (llevada a aluminio) y el portento hidráulico del rio Caroní, transformado en electricidad.
Unidas a su industrialización, las aludidas materias primas (en sus excedentes) se exportaban como tal (caso el hierro).
Sobre ese proceso industrial se edificaron los urbanismos y el desarrollo económico llamado aguas abajo.
Puerto Ordaz ( y en mucho San Félix) es obra consecuencial de ese proceso industrial.
De ese industrialismo, hay un segmento desconocido o mejor decir, poco valorado.
El liderazgo requerido para impulsar y conducir ese inmenso desafío para producir acero, por ejemplo.
De ciudadanos conuqueros, pescadores, llaneros y todo los demás oficios, saltamos a trabajadores industriales (casi sin estudios).
El reto fue tremendo.
Desde la primera colada de acero en Sidor(julio de 1962) un gigantesco bosque humano se activó para hacer grande a esa empresa.
Al frente de la gerencia de Sidor, hubo un joven ingeniero (según relato de los aún vivientes de esa esa época), llamado Otto Rivero Suárez.
Rivero Suárez sembró en el alma del trabajador siderúrgico, la entrega al trabajo.
La mística de la de la faena (en Sidor se decía, no pregunte, resuelva).
Ese jefe industrial aparecía a cualquier hora en los sitios de trabajo.
Era común verlo (elegantemente vestido) a las dos de la madrugada o a cualquier hora, en Fábrica de Tubos, tren 800, trefilería, hornos eléctricos y demás áreas del proceso productivo, resolviendo problemas, orientando a la gente. Motivando.
Otto no era un patiquín. Era un hombre comprometido (en su alma), en el reto de vencer en el proceso de industrialización.
Otto, también era un docente.
Sabía que había que formar a los llaneros, pescadores y conuqueros venidos de todo al país, en las artes y oficios industriales.
Creó para eso el centro de entrenamiento (que después de su trágica y dolorosa muerte, lleva su nombre, en Sidor).
Se enviaron a cientos de trabajadores a especializarse en esas nuevas labores metalúrgicas a distintas partes del mundo.
Otto Rivero Suárez, en sus difíciles inicios, fue el alma inspiradora, de la gran Sidor.
Después de él, vinieron otros grandes gerentes, (a los cuales les iré haciendo notas a futuro).
Otto Rivero Suárez dejó, en el trabajador siderúrgico, la mística para el trabajo y su sentido de la responsabilidad.
Formó gente para la vida.
Cuando alguien, por cualquier causa personal, dejaba de trabajar en Sidor, y decía, en cualquier centro industrial del país, que venía de Sidor, de inmediato era empleado.
Grande Otto!
César Bertani después de establecidas las empresas en Guayana, y en los inicios de este aún joven siglo, otro gerente, de excepcionales cualidades, en la misma línea gerencial/motivacional del jefe siderúrgico (no sé si ellos se conocieron), en Ferrominera Orinoco, hizo una brillante labor.
En Ferrominera Orinoco en los años 2002, 2003, 2004, 2005, 2006 y hasta el 7 de julio del 2007( me dice la memoria) en esa empresa extractora de hierro, batieron records de producción y, a causa de ello, a todos los trabajadores, se les pagó, adicional a sus salarios, nutridos bonos de producción.
César Bertani, ingeniero de la UDO y post graduado en USA, estuvo al frente de, en esa época, de FMO.
En la gestión de ese muchacho de Ciudad Bolívar no faltaba ni un plátano en el comisariato, las escuelas de la empresa, el hospital y su farmacia siempre bien dotadas.
Con César Bertani se firmó la mejor contratación colectiva del país (superior a la petrolera) y, además se les reconoció deudas ancestrales a sus trabajadores activos y jubilados.
Se reconoció el salario normal y se avanzó en sus cálculos, trayendo como consecuencia, que el trabajador ferrominero se convirtió en el mejor pagado del país.
Con razón (a voces alegres) se dice que César Bertani ha sido el mejor presidente de esa empresa.
Rosalinda, Otto y César, son valores de este país.
Hicieron grande a mi país, tu país.
¡Un abrazo para ellos!
¡Se puede!