El Primer Ministro de Gran Bretaña, Boris Johnson renunció este jueves o viernes, porque en Europa ya es de día. No aguantó la presión, los escándalos, las fiestas en la oficina en plena pandemia del covid-19, las renuncias masivas de su gabinete y tampoco la mala situación económica que comienzan a vivir en el Reino Unido, a raíz de la guerra Ucrania/Rusia.
De acuerdo al periodistas de El País de España, ha tenido que ser después de una presión descomunal por parte de los miembros de su propio Gobierno, que abandonaban sus puestos a una rapidez muy superior a la capacidad del primer ministro de reemplazarlos, cuando Johnson ha entendido este jueves que su suerte estaba escrita.
Había intentado desafiar al Partido Conservador a que le echara, y esgrimía el mandato logrado en las elecciones de diciembre de 2019, cuando obtuvo una victoria arrolladora y arrebató incluso a los laboristas territorios con un voto consolidado durante décadas, para permanecer en el puesto de primer ministro.
“La razón por la que he luchado tanto en los últimos días para seguir con este mandato no era solo porque quisiera hacerlo, sino porque sentía que era mi trabajo, mi deber, mi obligación para con vosotros: seguir haciendo lo que prometimos en 2019″, justificaba Johnson su obstinación y resistencia de las últimas horas, hasta que entendió a la fuerza que en la monarquía parlamentaria más antigua del mundo no hay cabida para un populismo que pretende situar al “pueblo” por encima de la soberanía que reside en los diputados electos.