Humberto Martí Espina*

Ciudad Guayana en días pasados cumplió sesenta y un años, el 2 de julio de 1961, tiempo que la vio crecer en democracia, y toda una serie de obras construidas por los gobiernos de turno que hoy perduran en el tiempo, y alimentan el sistema eléctrico nacional, aunque no como debería ser, por el abandono de la terminación del desarrollo hidroeléctrico del bajo Caroní, como también por la falta de mantenimiento.

Las represas Macagua I, Guri, Macagua II y Caruachi, funcionando con  una empresa como CVG-Edelca junto al Sistema de Interconexión Nacional, (SEN) brindaron a los venezolanos una fuente de energía eléctrica y confiable, limpia,  cuyo declive y deterioro comenzó en 1998 con la elección de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela.

Con bombos y platillos anunciaron la construcción de la represa Tocoma, último eslabón del desarrollo del bajo Caroní, que hoy día es como las pirámides de Egipto versión criolla, está allí pero no sirve para nada.

La represa Tocoma sin concluir, última etapa de este desarrollo hidroeléctrico de Venezuela, solo sirvió para el enriquecimiento de unos pocos, por los millones invertidos y también desaparecidos, y hoy día solo queda de Tocoma un elefante blanco para implosionar y comenzarla de nuevo.

La nacionalización de las empresas privadas de electrificación, también contribuyó al deterioro del servicio eléctrico, a tal nivel, que a Chávez solo se le ocurrió la brillante idea gracias a sus asesores, de “bajar el “suiche” para las empresas básicas del aluminio y del hierro, para no dejar a la ciudad de Caracas sin energía eléctrica.

De este modo contribuyó a la casi quiebra e inoperancia de todo el complejo del aluminio en Ciudad Guayana, y a apagar igualmente a la Siderúrgica del Orinoco, Sidor, empresa que fue nuevamente nacionalizada y quebrada también, donde hoy día no sale ni una cabilla, y prácticamente paralizar la economía de Ciudad Guayana, y a miles de trabajadores cobrando sin trabajar.

Durante estos veintidós años de régimen chavista, la ciudad solo sirvió para que funcionarios simpatizantes y  algunos militares del régimen se hicieran de fortunas mal habidas, que no hace falta nombrar porque todo el mundo sabe quiénes fueron y son.

Desde Caracas se repartían las empresas básicas de la CVG  a militares y amigotes, sin el más mínimo conocimiento de los procesos industriales, y es famosa la pregunta de un nuevo presidente del Complejo de Aluminio nombrado por el Presidente de ese momento: ¿Dónde están las minas de aluminio?

Yo escribiría  miles de cuartillas para hablar de sopotocientos casos de corrupción y apropiación indebida de recursos de las empresas que hizo millonarios a militares, y a civiles cómplices, que se aprovecharon de la ignorancia sobre las empresas de estos funcionarios, para enriquecer sus bolsillos, y que se hacen llamar empresarios, disfrazándose de rojo-rojitos.

Los casos salían a la luz porque siempre quedaba alguien por fuera de la torta e iba a los medios y lanzaba la denuncia.

Luces de Puerto Ordaz

Hasta una canción le compusieron a  Puerto Ordaz: “Luces de Puerto Ordaz”, un artista y compositor guayanés llamado Tyron Serrao, pero de esas luces solo quedan los postes, en donde diariamente se posan los zamuros, que son los nuevos fiscales de tránsito, esperando por los cerros de basura que se acumulan  por calles, avenidas. urbanizaciones y barrios de  Ciudad Guayana.

Es cierto que nunca entendí a los que planificaron esta ciudad en Harvard, el por qué la construyeron de espalda a los ríos, a diferencia de otras grandes capitales del mundo, en donde son fuente de atracción turística y habitacional.

Puerto Ordaz,  creció originalmente cuando la Orinoco Mining, hoy Ferrominera Orinoco, explotaba el hierro de las distintas minas del estado Bolívar y se hicieron las urbanizaciones para los trabajadores, y construcciones que hoy en día consolidan lo que llaman el centro de la ciudad, que se ha expandido a fuerza de invasiones, al igual que en San Félix.

Sidor éramos todos, pero hoy no somos nada

Realmente en Puerto Ordaz había una valla de publicidad que se convirtió en lema de los habitantes “ Sidor somos todos”, y realmente Sidor movía la ciudad, con sus Juegos Interempresas, había un alta participación obrera en todo, tenían múltiples beneficios y todo lo perdieron, con el presidente obrero, porque “hasta el queso se comieron”.

Las empresas básicas ya no generan empleos, ni beneficios, ni construcciones, los polideportivos abandonados, las escuelas industriales y las universidades públicas desasistidas y saqueadas, y ni hablar de la empresa privada, la cual prácticamente no existe, y los pocos que hay son héroes, o enchufados del régimen.

 La industria de la construcción que genera mucho empleo es casi nula, la migración  ha sido letal.

El gobernador de turno se mata por mantener bonitas las calles y avenidas, las que están a la vista, y las cárcavas rodean tanto a San Félix como a Puerto Ordaz, todos los servicios públicos, así como el resto del país, hoy no somos nada, pero con mucha fe de que un cambio tiene que venir más pronto que tarde.

Periodista*