Una mujer de 45 años, Giorgia Meloni, es la primera ministra electa en Italia en los comicios de este domingo. Para más señales es de derecha y junto con tres facciones más identificadas con la derecha, tendrá la mayoría en el parlamento.
Con un cartel que tenía sólo dos palabras: Gracias Italia, la dirigente política celebró ayer su triunfo. Este lunes, todos los partidos de derecha en Europa enviaron felicitaciones por su triunfo.
Ella está acostumbrada al éxito. A los 31 años se convirtió en la ministra más joven de Italia, durante el gobierno de Silvio Berlusconi.
En sus primeras intervenciones ante seguidores y militantes dejó en claro que defenderá a la familia como base fundamental de la sociedad y también precisó que no cree en el lenguaje «progre» de la izquierda, ese que habla de todos, todas y todes.
Tampoco defenderá los matrimonios igualitarios y enfrentará la oleada de migrantes que sólo este lunes superó las mil personas que llegaron a costas italianas, procedentes sobre todo de África.
La formación de Meloni, Hermanos de Italia, tiene su origen en el neofascismo y es la principal fuerza política. Junto con la Liga nacional de derecha, de Matteo Salvini, y el partido cristianodemócrata Fuerza Italia, de Silvio Berlusconi, alcanza una mayoría absoluta.
El giro a la derecha en Italia tiene que ver, sobre todo, con la situación política en el país, escribe el analista de DW Actualidad.
Muchos italianos están frustrados y descontentos con la clase política. Un tercio del electorado se abstuvo de votar. En los últimos cuatro años, Italia tuvo tres gobiernos distintos. Y el partido de Meloni no integró ninguno de esos.
La crisis energética, la inflación, la impresión de haber perdido el control sobre la inmigración, el miedo al futuro: en la campaña electoral, la carismática política de derecha logró canalizar todos estos aspectos, prometiendo a la gente que se ocuparía de estos problemas.
Eso es precisamente lo que muchos italianos desean escuchar. Y es que, en gran parte, han dejado de tomar en serio a las élites en Roma, ya que la casta política nacional es percibida como un club para enriquecerse.
Pero además los italianos sienten que pertenecer a la Comunidad Económica Europea, como está manejada actualmente no reporta beneficios al país.
Giorgia Meloni criticó a la UE y lo calificó como un monstruo burocrático e incapaz, y anunció que «terminaría con la fiesta en Bruselas».
Asimismo, aseguró que finalmente representaría allí con énfasis los intereses de Italia. En su opinión, no puede ser que el derecho europeo esté encima del derecho nacional.
Desde hace algún tiempo, Meloni por lo menos ya no exige que Italia abandone la Unión Europea o la moneda comunitaria.
Sin embargo, con su crítica fundamental contra la UE se convertirá en un problema similar al primer ministro de Hungría, Víctor Orbán, que siempre se pelea con las instituciones comunitarias y desafía la unión del bloque.