“No hay ruta de transporte público fluvial hacia ninguna parte, ni hacia las comunidades indígenas, ni hacia al sector criollo”, afirmó Angelo Lacourt, uno de los fabricantes de lanchas de fibra que hace vida en Tucupita.
El servicio de transporte público fluvial y terrestre a comunidades indígenas es un sueño anhelado por los pobladores, que aguardan hasta tres días para conseguir cómo retornar a su comunidad de origen; esto en el caso quienes se trasladan vía fluvial, mientras que, por vía terrestre, deben esperar por algún camionero de buen corazón que pueda darle un aventón.
Santo Domingo es la población más cercana a la capital, está ubicada a una hora y media de distancia, pero medio día si se moviliza en canoa y remo. Hacia los sectores más lejanos el viaje puede durar hasta dos días.
Boca de Araguao, es la comunidad donde empieza el municipio Antonio Díaz, y está ubicada a unas tres horas, debido a la falta de transporte público, duran hasta cuatro días remando para poder llegar a su destino, sin mencionar a los habitantes de las comunidades ubicadas a unas cinco y seis horas de distancia, porque pasan hasta una semana de viaje.
Los waraos que se mueven entre Tucupita y Barrancas, cuentan que, debido a la crisis del transporte público en estas vías, las pocas embarcaciones con motores de alta cilindradas que se ven por las aguas de los caños pertenecen a las organizaciones no gubernamentales que hacen los recorridos por las comunidades para sus proyectos, los restos de las poblaciones continúan trasladándose a remos y en curiaritas.
Prensa Kapé Kapé