El viernes en horas de la noche las redes sociales informaron que el presidente de Acción Democrática, vitalicio, Carlos Canache Mata, había fallecido.
A los 96 años, el dirigente político que nunca aspiró a ser candidato presidencial, aunque fuera insólito en un partido que hizo de la vocación de poder su más alta preocupación, sólo tenía como norte dejar la memoria histórica, primero de la organización política a la cual pertenecía y después de Venezuela.
Nativo del estado Anzoátegui, hizo una carrera interesante y rápida dentro de AD. Llegó a ser hasta presidente de la Cámara de Diputados, Jefe de la Fracción Parlamentaria en el antiguo Congreso Nacional y aunque era un hombre de verbo fácil, con contenido, cosa difícil ahora por cierto, nunca intentó destacar más de lo que lo hizo.
Era como la memoria histórica y tolerante de AD, cuando sufrió su última escisión, la de los ortodoxos y los renovadores.
Aunque él se ubicaba en la llamada ortodoxia, grupo dirigido por Jaime Lusinchi dentro del partido y más ubicado hacia la izquierda, en la socialdemocracia, siempre le tendió puentes al sector renovador de AD, conducido por Carlos Andrés Pérez, en primer lugar y por Héctor Alonzo López. Los renovadores también eran socialdemócratas pero con un un giro más hacia la derecha o menos hacia la izquierda, si les parece para que nadie se ofenda.
Carlos Canache Mata fue abogado y médico. Era lo que antes se denominaba biborlado. Fue columnista y articulista en muchísimos diarios impresos. Era un habitué de las columnas del diario El Nacional porque admiraba mucho a Miguel Otero Silva.
Es más, Carlos Canache Mata no llegaba a ser como Jóvito Villalba, fundador de URD y candidato presidencial y presidente depuesto por Marcos Pérez Jiménez en la década de los años 50, pero cuando declaraba, dictaba.
Los periodistas de mi generación le teníamos mucha paciencia porque no es agradable ser secretaria pero con él valía la pena y no importaba.
Hasta que llegaron los grabadores. Allí Canache Mata entonces decidió pasar sus declaraciones por escrito. Era un purista del lenguaje.
Fue escritor y creo personalmente que era lo que más deseaba y podría decirse que junto a Rómulo Betancourt, Gonzalo Barrios, Carnevalli, Pinto Salinas, Ruíz Pineda, el mismo Morales Bello y Andrés Eloy Blanco, siendo el más joven de todos ellos, llegó a ser parte de la llamada intelectualidad de Acción Democrática.
Desde esta casa editorial y en mi nombre, hacemos llegar palabras de consuelo a su familia, amigos y a los militantes de AD, que llegaron a conocerlo. Murió como tan bien señalaron en las redes sociales, un hombre decente. Paz a su alma.
Carmen Carrillo / Tomado de El Diario de Guayana