Los pueblos indígenas del mundo han mantenido prácticas de vida en armonía con el medio ambiente, en una suerte de simbiosis que se ha mantenido por siglos.
A la luz de las consecuencias ambientales que va dejando el cambio climático, se hace cada vez más necesario voltear la mirada hacia esa relación milenaria entre la naturaleza y la cultura indígena.
Las comunidades indígenas son portadoras de conocimientos milenarios sobre el suelo, plantas, animales, agua y la biodiversidad de los espacios que habitan.
Con el paso avasallante de la “modernidad y el desarrollo”, los pueblos indígenas han ido perdiendo cada vez más el control de sus territorios y eso se ha traducido en el uso irracional de los recursos.
El estilo de vida del pueblo ye’kwana tiene un énfasis significativo en su visión y relación con el mundo que los rodea, desde una vinculación espiritual, que ha permitido que, a pesar del correr del tiempo y los cambios, sus usos y costumbres permanezcan vivos y en sintonía con los cambios que el entorno les ha impuesto.
En conversación con Víctor Mendoza pudimos conocer sobre el respeto y la adaptación de las tradiciones de este pueblo a la preservación del ambiente y su territorio, a través de las reglas elementales de los ancianos y ancianas conocidos como los inchonkomo.
“Cada lengua de cada pueblo y de cada tribu que vive en contacto directo con la naturaleza, ella se convierte para las nuevas generaciones como la maestra por excelencia y madre única», dice.
Después de deforestar un pedazo de tierra, se reúnen con la naturaleza y elevan sus cantos pidiendo perdón y la bendición de la tierra para que produzca el sustento para todos, en especial para los niños y niñas, los herederos culturales de las enseñanzas de los sabios y ancianos para continuar.
Víctor relata que «la naturaleza es nuestra madre, de ella venimos y a ella vamos, ¿cómo no la vamos amar, respetar y honrar? Allí está la diferencia entre los hijos de la naturaleza y quienes destruyeron el ambiente. Nuestra vida se basa en honrar a Nono (tierra) y la madre pachamana”.
En las últimas décadas ha venido ganando terreno el concepto de “agricultura sostenible”, que supone la práctica de esta actividad que es vital para la alimentación de los seres humanos, bajo un esquema de respeto y armonía con el ambiente.
Un tipo de agricultura que, entre otras cosas, supone la anticipación a los cambios ambientales para “reconocer, aceptar, planificar y actuar en consecuencia”; al igual que el reconocimiento e identificación de las limitaciones para ciertas actividades para “crear estrategias para utilizar los recursos y superar las limitaciones”.
Una práctica que, aunque puede resultar novedosa para algunos, no es más que una práctica que ancestralmente vienen haciendo los pueblos indígenas, no sólo en la agricultura, también en la agricultura, pesca, caza y demás actividades de las que depende su subsistencia en armonía con el medio ambiente.