A llorar para el valle o se les acabó el pan de piquito. Cualquiera de estas frases puede ser aplicada a nuestra gloriosa e ignorante oposición.

Nicolás Maduro Moros, alias Tamakun y Joe Biden, alias Mandrake (imitando a Ludovico Silva con su análisis de los comics gringos) hablan de tú a tú.

No necesitan intermediarios para resolver los problemas. A las pruebas me remito.

Nico liberó a los rehenes gringos y Biden al rehén de Alex Saab. Todo en el marco del Acuerdo de Barbados, que por cierto ya tiene fecha de vencimiento porque se han ido cumpliendo todos y cada uno de los pasos en las dos páginas suscritas por la delegación de la oposición que después de esto pasa a jugar banca y el gobierno de Maduro con los testigos del caso: Noruega, Canadá, y otros.

El penúltimo paso fue que los candidatos acudieran al TSJ a solicitar el levantamiento de su inhabilitación. Sólo lo hicieron Daniel Ceballos y Leocenis García.

María Corina Machado fue empujada por los gringos pero hizo la cómica.

Sus abogados, dirigidos por Perkin Rochas y Juan Rafalli, hicieron un amago de escrito que nadie entendió.

Aplicaron la del cuento del accidentado que necesitaba un gato e iba por el camino planteándose todo tipo de escenarios negativos, al punto de que cuando un vecino le abre la puerta, el hombre le dice: Quédate con tu gato. O sea. Así mismo es el escrito.

Y el último paso es la liberación de los presos políticos. Cada parte obtuvo lo que necesitaba: Nicolás a su amigo al que jamás jamás iba a abandonar como le dijo cuando se encontraron este miércoles en la tarde y Joe Biden recuperó a los norteamericanos que estaban presos en Venezuela.

Esas familias volvieron a ver a los suyos y el presidente de la nación más poderosa del mundo (¿?) cumplió con su palabra.

¿Y ahora qué? ¿Qué nueva locura se le ocurrirá a ese Think Tank que dirige Ratavel? ¿De qué van a vivir nuestros gloriosos defensores de oposición en el exterior?

Ya no tienen Monómeros, pronto perderán Citgo; el oro de Londres no se lo van a dar a ellos.

En serio me preocupa porque ellos no tienen precisamente vocación laboral. Todos sin excepción han sido unos válidos del Estado. Desde Leopoldo  hasta María Corina.

Hay que arrimar allí a Diego Arria, a Juan Guaidó que ahora es profesor, bueno sólo en Miami eso es posible; Antonio Ledezma, los embajadores del gobierno de Guaidó; Julio Borges, Gaby Arellano (aunque en estos últimos hay que reconocer que después que lograron su fortaleza económica ya no son tan activos en la defensa de los venezolanos y en su lucha contra el régimen).

Ah claro, el próximo paso de nuestra ignorante e inútil oposición será declararse en franca rebeldía, autodesignarse en un nuevo gobierno y por supuesto ayudar a Nicolás Maduro a ganar las elecciones el próximo año.

Para eso deben mantener la división, los ataques arteros, las denuncias contra el sistema electoral porque la idea es que si no son ellos, los descendientes de Simón Bolívar o de la godarria caraqueña, los que sean los candidatos, nadie tiene derecho.

Cualquiera que aspire seguro tiene un defecto y debe ser destruido.

Todos aquellos que se subieron al tren de la Hora Loca de María Corina porque el imperio hará que ella sea la candidata van a quedar bien mal.

Pero eso no importa la idea es que los venezolanos dentro y fuera del país sigamos pasando vaina. Algún día seremos libres. Ojalá no tengamos que esperar 60 años como el pueblo cubano.

En mi caso espero morirme antes. Por razones cronológicas.

Carmen Carrillo