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    La columna de la directora

    Este miércoles en la madrugada el gobierno entró a la cárcel de Tocorón sin pedir permiso.

    Sometió a los llamados líderes negativos y además desalojó el recinto, famoso entre otras cosas porque desde allí operaba el Tren de Aragua.

    Por supuesto, como todo malo es cobarde, vía redes sociales salieron a llorar y a decir que los querían matar, digo a los privados de libertad, donde seguro hay algunos buenos, pero desde donde gobierna el Tren de Aragua.

    Allí en Tocorón también cantó y bailó Rosita, ahora DJ en Perú; murió Wilmito, pran de la cárcel de Vista Hermosa, Ciudad Bolívar; gobernaba el Niño Guerrero y se construyó una urbanización, de ranchos y tablas pero con antenas de Directv; había un casino; una piscina; un parque de diversiones para los hijos de los privados de libertad. En fin era una especie de poder paralelo que ejercían estos amigos del Tren de Aragua.

    Niño guerrero no fundó la organización, pero ahora es la cabeza del grupo que tiene operadores en Chile, Perú, Bolivia, Brasil y Colombia.

    No solo en la frontera con Venezuela, en el sector La Parada, sino que ha llegado hasta Bogotá, demostrando lo sanguinario del grupo en los recientes crímenes cometidos en la capital colombiana.

    El Tren de Aragua fue fundado en 2013 por José Álvarez Rojas, alias «el Chino Pradera”, muerto en 2016 durante un enfrentamiento con la policía, de acuerdo a un reporte del diario El Tiempo.

    En el reportaje de este mismo diario,  Luis Izquiel, abogado penalista y profesor de criminología de la Universidad Central de Venezuela, explica que la banda criminal, que cuenta con unos 2.500 miembros, podría ser en este momento la mayor organización delictiva de Latinoamérica y que su peligrosidad y crímenes sanguinarios radican en que nace y se maneja desde las cárceles, probablemente con la colaboración de funcionarios del Estado.

    De hecho la vez que Niño Guerrero se fugó de Tocorón, lo hizo con el apoyo del director del penal de este entonces, quien habría recibido 500 mil bolívares en el 2013.

    Hay que pensar que la Operación Liberación Cacique Guaicaipuro, nombres que les encantan a los militares, que implicó el uso de 11 mil efectivos de las Fanb, ministerio penitenciario, Fiscalía, Policías y ministerio del Interior, seguro tuvo su origen en las quejas de los gobiernos latinoamericanos donde el Tren de Aragua tiene como sucursales.

    Ciertamente el chavismo anunció en alguna ocasión que cruzaría América Latina con trenes y por supuesto al país. Lo que no dijo es que en vez de locomotoras y vagones, llevaría delincuentes, sanguinarios, armados hasta los dientes.

    No es el mismo tren. No, señor.

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    Tic tac, tic tac, suena el reloj de las primarias, que tiene loco al gobierno. Que además ha enfrentado dicen los que saben, yo no me atrevo a afirmar eso, sólo copio y pego, a Diosdado y a Maduro.

    El primero quiere implosionar el proceso y el segundo es más diplomático: Prefiere usar la chequera y que sean los jefes regionales de las comisiones electorales, los que renuncien y ofrezcan  argumentos.

    Pero a pesar de todo, las primarias continúan. Ya son menos de 40 días.

    Los candidatos todos, con la excepción de Henrique Capriles, quien tiene experiencia en este proceso (2012), andan como beato con estampita, ofreciendo todo tipo de milagros y además hablando como candidatos presidenciales que ya ganaron y van a resolver este y aquel problema.

    El problema de nuestros políticos es que les falta un exceso de humildad o tienen un exceso de ignorancia, como diría el gurú de Acción Democrática, cuando esto era una organización completa, Gonzalo Barrios, quien formaba parte de los dirigentes del partido que sí leían y no sólo la Gaceta Hípica como dijera una vez, el ministro de economía, Miguel Rodríguez, de Humberto Celli, presidente de AD en esos años.

    A pesar de los escollo, las primarias van avanzando, no como el Titanic la fría noche del 14 de abril de 1912, cuando chocó con el Iceberg en las gélidas aguas del océano Atlántico.

    Parecen más bien, un barco de vapor que se va desarmando pero que sigue andando y que llega a puerto con el pasaje completo.

    Carmen Carrillo

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